Para ser un héroe no es necesario realizar proezas físicas o correr riesgos extremos del tipo que acostumbramos a ver en el cine u otros medios de comunicación. Existe un heroísmo sereno, sin grandes demostraciones ni aspavientos, que nace del compromiso personal con una causa cívica.
Yo he conocido en estos últimos días a un hombre que está luchando, “solo ante el peligro”, como en aquel famoso western, a favor de los árboles olvidados de Ciudad Jardín. Esos árboles frondosos que, durante décadas, han dado una sombra densa y refrescante al peatón y han oxigenado la atmósfera, para ahora, a la vez que una remodelación y asfaltado de las calles, ser arrancados y sustituidos por unos “mini” arbolitos de tipo ornamental.
Este hombre, que a cerca de 40 grados a última hora de la mañana se mantiene firme desde hace varias semanas recogiendo el apoyo de los ciudadanos que transitan por Gran Via Parque; este hombre, digo, que a título personal -¿dónde está, por cierto, la Asociación de Vecinos “Nueva Ciudad Jardín”, que no se la ve?-y sin más credenciales que las de ser un cordobés que se ha sacudido el polvo milenario del senequismo y la resignación; este conciudadano, que no se ha quedado sólo en la queja de tertulia sino que se ha puesto en acción, se merece nuestra consideración, nuestro apoyo y que hagamos el mínimo esfuerzo de pasarnos por su mesa para, con nuestra firma, respaldarlo a él, a nuestros árboles, y a una ciudad habitable y respetuosa con su patrimonio verde.
sábado, 22 de agosto de 2009
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